(*)Tema difundido por Radio USACH. Sábado 18 de junio, 2011. Programa “Chile Canto Cultura y Tradición”. Producido y dirigido por Carlos Reyes Zárate
Una de las manifestaciones expresivas más conocidas de la Cultura Tradicional y Folklórica es -sin duda- la danza. Esta forma de decir y contar con el movimiento, generalmente es asumida como una instancia para la recreación, el goce y el regocijo, pero guarda en sí misma un sentido y un significado que bien nos puede retratar como personas y como pueblo, si logramos develar los parámetros socio-antropológicos que la constituyen.
Toda danza es expresión y toda expresión incluye el “Ser Total” de la persona, su ser y estar en el tiempo y en el espacio de acción. Este “estar” incluye, sin duda, las sensaciones, emociones, sentimientos y gestos, ademanes que conforman el diseño propio de una danza. En el caso del baile o danza folklórica, se asume como instancia de dos (2) puestos frente a frente para, juntos, dialogar “corporalmente” en el tiempo y en el espacio: el tiempo que dura la danza y el espacio en el cual ésta se desarrolla; dos personas que se acercan y separan; que aproximan y alejan sus cuerpos en movimiento rítmico y cadencioso.
La corporalidad expresada en una danza ha sido un tema que -prácticamente- no se ha tocado en los diversos análisis y estudios que se han hecho sobre ellas. Esta forma expresiva que escapa al diálogo oral y establece un diálogo corporal merece ser analizada en sus estructuras básicas y formales.
Nuestro cuerpo, natural, ósea, muscular y nervioso está también constituído por un sistema intelectual que incluye lo psicológico, lo sensible y lo emocional. Tendríamos, de esta manera, un cuerpo biológico y uno psicológico, ambos unidos en su accionar cuando nos encontramos frente a una situación expresiva como es la danza.
Hombre y Mujer -enfrentados- ponen en acción mecanismos motrices, primero, y psíquicos, a la par, para juntos desarrollar el diseño respectivo, mismo que involucra a ambos cuerpos en acción.
Estos cuerpos, asumidos como “vehículo de placer” e instrumento de auto-expresión [1], los podemos diferenciar en un Cuerpo Interno y un Cuerpo Externo, el primero referido a todo lo biológico propiamente tal y, el segundo, relacionado “con la apariencia así como con el control y movimiento del cuerpo en el espacio social” [2].
En toda danza, la corporeidad se expresa en ambos sentidos, es decir, desde lo netamente motríz y mecánico (kinético) y desde lo que involucra el ser y sentido emocional (eukinético) del o los ejecutantes. Kinesis y Eukinesis son pues instancias que se involucran en el desarrollo y ejecución de la danza: mente y cuerpo están unidos para decir, dialogar, expresar, estar junto al otro en todo su sentido y significado.
El cuerpo -en fin- se asume como instrumento socio-expresivo interno y externo para, junto “al otro” -la pareja de baile- comunicarse con “los otros”, la sociedad toda.
El baile, la danza, asumen así un caracter representativo que va más allá, mucho más allá, de la simple recreación y diversión. La gesticulación individual de cada bailarín o ejecutante está “diciendo y mostrando” el “ser profundo” del mismo y todo aquello que lo constituye como ser expresivo social e integro.
Nuestras danzas son, entonces, el “Reflejo de nuestra vida”.
Carlos Reyes Zárate ©
[1] Carolina González Laurino: en “El Cuerpo y sus espejos”. Teresa Ponzecanki, Compiladora [2] Autor Citado